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miércoles, 10 de marzo de 2010

UNA IMAGEN Y UN CAFÉ

Por MAXIMILIANO ANDRÉS ZAPATA ICART*

Anoche, de madrugada mientras caminaba, no pude detenerme. Creo que no hubiera empezado este escrito, a manera de crónica, si aquel suceso no me hubiese afectado. Andar solo y de noche suele ayudarme a meditar ciertas cosas, como por ejemplo, la ausencia de la intención de meditar, y la experiencia del silencio como la prueba más suave del sonido.


Pero la noche de anoche no fue el caso, lástima.

¿Quién puede negar a Borges a Girondo o Madariaga como auténtica literatura argentina? ¿Importa la técnica, el lenguaje, sus influencias, o lo que pintan, si pintan; o lo que dicen, si dicen o simplemente al mundo o lugar al que nos remontan, por ejemplo, compositores como López Buchardo y Aguirre?...

¿Y Yupanqui?

Pero esta madrugada no detuve mi paso, aunque por alguna estúpida razón me pese, anoche, por la madrugada, no me importó parar mi marcha, levantar la mirada, acariciarla con la vista y por qué no emocionarme y respirar agitado, mientras ella va terminando el transcurso hasta su clímax. Tuve mala suerte de que no lloviera. Si así hubiera sido hoy no debería, seguramente, estar escribiendo este pensamiento a manera de crónica, pues tendría una más que justificada razón para explicarme y convencerme de que por aquellas horas nocturnas era imposible pararse en la calle, puesto que había un diluvio torrencial con viento de trescientos Km por hora con peligro de tornado y encima, para colmo, no es cuestión de arruinar los zapatos nuevos que casualmente, estrenaba y que , además, son importados. Pero el tiempo de ese tiempo no fue el caso, lástima. Si tan solo supiese por qué me duele tanto…va!, un poco, poquito…casi nada.

¿Qué conozco de historia? ¿De qué historia?... ¿Del arte?, ¿Del pensamiento?, ¿De Europa?--No!, ¡de historia latinoamericana! - Ah! La verdad debo confesar: de esa historia no escrita conocemos poco.

Yo sé, sin embargo, que el himno latinoamericano no es nuestro, por ejemplo.

¿Qué es verdaderamente lo que nos cuestionan las versiones del himno argentino de Lito Vitale-Jairo?...Y la de Charly García?

La pregunta que subyace es inevitable, y refiere particularmente al concepto de sitio, de lugar: ¿Dónde estamos?

Claro, transitamos ahora, según mis cálculos, la quinta parte o sección de este artículo y no sabemos a dónde nos dirigimos; no importa. Ya encontraremos un curso, cualquiera, y con eso nos conformaremos. Por lo pronto démosle chance al azar y dejemos de citar a Cage.
Creo que ahora es tiempo de indagar acerca del discurso musical de un compositor como Rossini… ¡Eureka!, he llegado a una obvia observación. Luego de analizar y escuchar algunos rasgos distintivos de su estilo, por ejemplo en muchas de sus oberturas, he bebido el cáliz de mi conclusión ya anticipada.

¿Qué conocemos de historia latinoamericana? Poco, bastante poco y lo siento mucho…de verdad. Sólo sé, en este momento más que nunca, el por qué nos cuesta cantar o, mejor dicho, entonar el himno latinoamericano, el por qué “nuestro” himno no es nuestro himno, el por qué de las culturas negadas que subyacen desorbitadas “navegando por estos planetas del sur”.

Pero mi actitud de anoche tal vez pueda explicarla como un escape, evasión a la tradición que nuestros abuelos y/o padres nos enseñaron de pequeños. Igualmente camino dudando, no como anoche sino con la mente, y me cuestiono la idea de símbolo.

No sabemos dónde estamos, de dónde provenimos, de dónde y por qué se filtra tanto bombardeo de información que nos enceguece y que-como decía antes- nos veda la posibilidad de sabernos en algún sitio; en nuestro lugar.
Este problema responde a una especie de epidemia, y la simbología en nuestras regiones no coopera para opacar este problema, pues carece de sustento y ( ¿por qué no?) de coherencia.

Realmente: ¿Tenemos nuestro país? ¿Es relevante lo simbólico?

Según mi cálculo estamos entrando en la octava sección o parte de esta prosa y aún, sin proponérmelo, sigo citando a John Cage…

Esos pasos nocturnos han dejado aquí sus frutos; mi vista no se alzó, y mis piernas siguieron su curso. El policía, desganado más que cansado, en menos de siete segundos cumplió su tarea. De reojo lo comprobé. Es así que hoy domingo por la tarde, escribo y declaro que la Bandera Nacional está flameando sola, a lo alto en un cuartel cualquiera, desde la madrugada a la mañana, hora que caminaba de vuelta buscando silencio, una noche que ya no era noche, un lugar, tu lugar, mi lugar.


*Compositor argentino, nacido en Paraná. Entre Ríos. Licenciado en Composición Musical, por la Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe. Argentina

1 comentario:

  1. Que los pasos de los indios no se detengan en las piedras de la historia y las palabras de Martí se silencien en su tumba...
    Que no callen las plegarias de Sor Juana ni se hunda Alfonsina por siempre en el mar del olvido...
    Que no llegue a confundirse el concepto de Ficción de Saer con la ficticia realidad que nos muestran ni que nuestras vidas se vuelvan Cien años de soledades...
    Que Martin Fierro siempre salga a cantarnos nuestras verdades!

    Felicitaciones! muy buen escrito!... Daniela Bernhardt (estudiante de letras UADER)

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